15 de Enero de 2018. Parecía
prometer, parecía que iba a hacer calor y que sería mi primer cumpleaños
caluroso -tipo verano insoportable-. Mi primer cumpleaños lejos de
mi familia y mi país, y juraba que aquello no afectaría mucho, ¿por qué? Porque
casi siempre iban pocas personas a mi cumpleaños. ¿Por qué? No lo sé, quizás
porque es enero y la gente siempre andaba “pelando” después de gastarse todo en
las fiestas decembrinas. Y esa quincena, si lograban pagarla a tiempo, era
destinada a cancelar las deudas de diciembre. Situación que me persiguió en
otro país, en otra época, así que quizás se trata del día en sí.
En fin, sin muchas ilusiones estaba pero a la vez con
ganas de celebrar mi vida, y agradecer a quienes tengo a mi lado: gente de toda
la vida, súper conocida o esos nuevos conocidos que me han brindado
oportunidades en esta ciudad de la cordillera que me recibió con los picos
blancos, y que ahora en vísperas de mi cumpleaños, el sol calienta
mi cabeza.
Debo acotar que para mí este es número
diferente. Es aceptar que han pasado tres décadas de mi prematuro nacimiento.
Los que no saben, yo debí nacer en abril pero me adelanté y gracias a mis
padres y a mi doctor, Cristian,- en su honor llevo mi segundo nombre- hicieron todo lo posible por salvar a esa "criatura que pesó un kilo quinientos"... y ni idea cuanto midió solo sé que siempre bromeaban porque cabía en una caja de zapatos, talla 35 (no se rían, ni mucho menos hagan comparación con mi tamaño actual).
Era el día del
maestro en Venezuela. Yo, la niña
prematura –hoy treintona (qué exagerada y qué feo suena) -quise que mi tía
Maura, compartiera su día de cumpleaños conmigo– una razón por la cual es mi
madrina, entre otras miles.
Ajá pero continuemos con el tema de los treinta ¿Por
qué digo "aceptar"? Porque no me lo creo, porque quizás no lo aparento, pero en
estas últimas semanas me he estado haciendo la idea y me ha permitido rememorar
varios episodios de mi vida: cómo era a los 10, cómo era a los 20… cómo soy
ahora. Eso sí, apartando las exigencias sociales, esas que ya están obsoletas y
retrógradas, aunque de vez en cuando no hay quien pregunte necedades o haga
comentarios fuera de lugar, de todas formas cada vez me resbalan menos. Siempre sobrará
gente en el mundo que se proyecta en gente ocupada viviendo y siendo feliz.
Quería seguir escribiendo acerca de mis treinta; de
mis cambios y mi transformación con respecto a la perspectiva de vida, y lo
haré, puesto que ha sido mucho el trabajo interno que he realizado desde hace
varios años, y la acción tomó forma hace unos años también… solo que este no es
el espacio. Más bien este escrito se trata del 15 de enero de
este año, que por cierto, ya no celebraría el día de maestro porque no estoy en
Venezuela, y la pasaría trabajando. Sin embargo, gracias a la visita del Papa a
Santiago, me regalaron el 16, día después de mi cumple.
Lo que realmente fue:
15 de enero de 2018. Día
gris en Santiago. Cielo totalmente nublado, un poco de frío… Me duele la
cabeza y la alergia, que había desaparecido hace 7 meses, volvió de repente. Llegan
mensajes en la noche y en la mañana. Siguen las malas, tristes y confusas noticias desde Caracas.
Lloro al ver los mensajes de amigas
cercanas, quienes a pesar de todo, siempre estuvieron presente en mi cumple.
Ellas con su compañía me hicieron entender la importancia de celebrar tu día de
nacimiento, de ese día que le das otra vuelta al sol en esta tierra extraña.
Ellas me hicieron sentir especial ese día, y comprendía lo importante que era
yo para sus vidas (ya yo sabía lo importante que son ellas para mí).
Entonces aquí haré un breve paréntesis para
recordar mi cumpleaños número quince porque a pesar del paro petrolero compartimos, fue una época
en el que nadie hacía nada en mi país, ya que este estaba totalmente
paralizado. Yo estaba triste por la situación, sin entender mucho. No obstante,
decidimos llevar a cabo la celebración porque ya había estado pensado desde
noviembre. No porque queríamos malgastar el dinero, hasta nos daba vergüenza
realizarlo por la extraña situación, ahora me doy cuenta de la importancia de
habernos lanzado ese maratón; ya que en Venezuela se vive así, o sigues con tu
vida sin importar que la gente te critique o no haces nada y solo ves como los
demás sí pueden vivir. En fin, nuestro objetivo no era mostrar nada, ni
despilfarrar, por el contrario, si no que con un gran esfuerzo, queríamos
compartir con nuestra gente. Mi papá y mamá me dieron un gran regalo, yo
insegura en ese momento, no lo supe disfrutar del todo, sin embargo, es uno de
mis mejores recuerdos. Pasa el tiempo y cada vez toma más valor.
Mi cumpleaños número dieciséis fue
también lindo, menos ambicioso, pero lleno de detalles porque dos amigas
planificaron una sorpresa. Yo iba camino a estudiar en el pre- universitario y
ellos afuera tenían una gran y bella torta de chocolate blanco junto con una
flor (creo que girasol), y otros regalitos más. Estaban ellas dos y tres amigos
más. Con los ojos aguados entendí que debía festejar y apartar emociones
negativas que a veces me atacaban como la depresión y tristeza por vacíos o no
reconocimientos. Lo relataré algún día en otro escrito, sí ya llevo como varios
escritos en una enorme lista. No porque me la quiero dar de famosa, o algunos
hasta se preguntan y a quién le importa, si no que la mayoría sabe que me gusta
escribir. En este sentido, acoto que encuentro fascinante relatar y registrar
lo que se vive, bien sea de forma metafórica o más directa y concretamente como intento hacer ahora. Creo
importante hacer memorias, y debo hacer las mías primero para ir
entendiendo mi existencia.
Siguiendo con el cuento de los cumples: los 18
decidí celebrarlo en una disco y me acompañaron las de siempre. Y así fue
entendiendo que yo también debía decidir sí celebrarlo o no… celebrar la
vida. Es como que si tú decides respirar o no, y por qué. De qué
manera. A veces era difícil por diversas situaciones.
En otras palabras, celebraba los cumple, unos con amigos, otros
con familias, otros con mi madrina, la cumpleañera de mi cumple, otro subiendo al
Ávila y hablando muy en la cima. Otros meditando en mi habitación, otro tomé un bus para la
Guaira junto con tres amigas, unas hermosas bailarinas ¿lo recuerdan? Otros también me rasco, por ejemplo, Los 28 me la pasé rascándome... no, no, me embriagué, me rascaba los pies porque tuve dengue con zica -tipo mutación- (una de las cosas más rara que me ha dado en la vida, como dijo un primo "parecía la esposa de Hell Boy"). Manejo la teoría que eso me dio justo ese día para cambiar la piel, para ver por fin mi sombra y estrecharle la mano.
Sí, mi cumpleaños es importante para mí. ¿y si nadie puede celebrarlo porque andan ocupados?
Yo soy la encargada de pasarla feliz ese día, y todos los días, solo yo puedo ser la responsable de mi felicidad.
Quienes pueden y están disponibles en ese día me
acompañan a celebrarlo cómo quiera y cómo se pueda.
Así llegan los 30 y quería que estos fueran celebrados
con una reunión. Sin embargo por esos gastos decembrinos, estaba dejándola para
después.
Opción
Mis Hermanas me dicen que hagamos algo tipo
cenar, acepto (no tengo mucho qué hacer). Después ven que quiero más y me dicen
que salgamos a rumbear o a un café o karaoke. Vale. Debo disfrutar. Me arreglo
y a medida que no responden algunos mensajes noto la cosa rara. Además algunos
no me escriben y otros ni me preguntaron qué haría. Así que bueno… triste,
melancólica, como suele ser mi temperamento, he ahí una de las causas por las
que escribo; no es que sea depresiva todo el tiempo, siempre me animo y me dan
ganas de seguir, digamos mejor taciturna y sensible, en vez de depresiva (ya
que me suena a Hannah Baker, y ya pasé esa época).
¡SORPRESA!
Llego y mi hermana mayor me dice que pase a su
salón de eventos, justo en ese momento, supe que era una sorpresa y tuve como
miedo, o estaba en shock porque sí era una sorpresa ¿me peine bien? ¿Me coloqué
mucho maquillaje? ¿Estoy vestida para la ocasión? ¿Quiénes están? En un segundo
pensé todas esas tonterías. Y pasé. Por ahí hay unos videos que capturaron mi
entrada y la sorpresa, pero me hubiese encantado tener yo una cámara y haberlos
grabado:
Las luces apagadas, vi muchas siluetas y
lanzaron globos cantando al unísono: ¡sorpresa! Sí como en las películas, unos
globos explotan en mi oído, prenden la luz y veo un grupo muy grande (¿quiénes
son todos ellos?) y va mi tía a abrazarme. Y van todos abrazarme. Yo con mi
cara de poker face –suele suceder que me quedo sin expresión y sin palabras
cuando alguien o muchos hacen cosas especiales por mí, aun cuando lo estoy
disfrutando mucho en el fondo-. Intento entender en la mente, el corazón
acelerado y el cuerpo va registrando cada emoción. ¿Cómo lo pueden saber?
Porque estoy aquí detallando todo lo que sentí. Tenía cara de emoticón triste o
asustado pero estaba alegre, no lo podía creer, sí ciertamente faltaban muchas
personas que hubiese querido invitar, unas estaban cerca y la mayoría muy
lejos. Los imaginé también ahí. Aunque en el momento de la sorpresa solo estuve
en ese presente que crearon con los mejores detalles para mí. Unos segundos que
quedaran para siempre, aunque espero recibir otras sorpresas bonitas como esa.
Mi hermana mayor seguro la ingeniosa de todo, es
tremenda organizadora de fiestas, eventos, viajes… seguida de la creatividad y
acción de la hermana menor. Con el apoyo de David y Analida, siempre presentes
con buena vibra y sonrisa. Estaban presente cada uno representaba un grupo de
mi vida. Por ejemplo, estaban Estefani, Joselyn, Cecilia, las bellas Vilu y Bárbara,
ahí representaban a toda la familia Raga y la Pino también. Estaba Lismar quien
representaba a mis amigos del teatro. Estaba Esther, Elianny, Toñita, Karen, Jesús,
Osman, Rut, Marly, ahí en ese pequeño grupo estaban parte de mi vecinos,
amigos, liceístas, ex compañeros de la uni. Y estaban nuevos conocidos. Sé que
todos se toman un tiempito de su vida, le colocan stop a varios de sus
problemas situaciones más inmediatas, van, sonríen, comparten, tratan de estar… simplemente estar. De esta
manera, voy descubriendo que las fiestas o reuniones no se trata de una máscara
social o que la gente va a inspeccionar qué tan “exitosa, bonita estás o eres”.
No, si se trata de gente real, esa gente especial, la cual atraigo (porque estoy
atenta a encontrarlas) que he ido sumando y eligiendo para compartir.
La tarjeta de
cumpleaños y el llanto justificado
Saludos de mamá, papá, Samir, Carol, Irsa, tía Toña,Yelimar
con sus palabras sinceras con su dedicación, la Gaby y su dibujo haciéndome
sentir especial y recordándome que nuestra amistad es duradera, la Guile
presente…
Mi abuela a sus 90 años -con su brazo algo desmayado- me
pide disculpa por sus letra, pero me basta su “te quiero” y el beso que me
manda para añorar mucho. Mi tía Yola, la poeta, no puede faltar. Gracias
familia y amigas por estar… ¿qué más puedo pedir?
Gracias infinitas, a todos por su presencia, a
todos por su tiempo, a todos por practicar el sorpresa muchas veces antes para mí, y por esperar que me hiciera
los rulos… y a mis hermanas por todo. Ustedes, Yari y Solange son lo mejor que
me ha pasado en la vida, el mejor regalo que alguien puede desear. Así cómo
somos, nos amamos y en tiempo de abundancia compartíamos y nos orientábamos a no malgastar; en tiempo de crisis nos hemos tendido la mano y hemos
demostrado nuestra hermandad más allá de la sangre, así cómo somos, somos la combinación perfecta; bajitas,
cambiantes de humor y de peso; “jamás cambia el amor por ti, por muy lejos que
me encuentre de nuestro pueblo y de nuestra gente…” (como canta Mercedes Sosa).
Quizás la rumba no se activó como suelen activarse
mis rumbas (modestia aparte), pero fue el gesto más especial que me hicieron. El tiempo voló como nunca antes.
La
decoración la hicieron esas personas que más me conocen, quienes entienden que
me encanta el fucsia con el negro, y quedo muy fancy el número
30 de color dorado con otros detalles como signos musicales. Todo muy pop,
arte y glamour. Sencillo y sé que lo organizaron en poco tiempo. Mil gracias por
cada uno con su presencia. Hoy por hoy se aprecia más.
A esto
aunado sus mensajes de facebook, instagram, whatssap y todo eso que nos
mantiene conectados. Otras invitaciones a salir, mensajes tardíos y el "cómo te fue".
Valoro TODO, ahora más por tener un poco más experiencia, por todo el
análisis consciente que he hecho de mi vida y mi familia, de nuestras historias...
Valoro ahora estar más cerca de la luz, porque estuve muchas veces en la oscuridad, y ya desde hace rato buscaba a este Sol que
ilumina de verdad… y porque sé que muchos compañeros de viaje no pudieron
llegar a esta edad, ellos también seguro hubiesen querido celebrar. Y aquí
siguen dándome siempre las lecciones más dura de la vida: seguir andando, soñando, reflexionando y accionando, aun cuando los
demás desaparecen y no los vemos.
Me pregunto cómo serán mis 40, 50, 60… ¿llegaré a
los 70, 80, 90? Sola o acompañada, espero siempre tener la mente clara, el
espíritu inalterable, y el cuerpo presto para agradecer.
20-01-2018.
Faltan fotitos, espero ir subiendo más...